El tope de la frustración. La realidad
En psicoanálisis hay un concepto llamado «castración» que se refiere a estos límites, fallos y grietas, siendo los que nos ubican en la realidad, nos bajan a tierra y nos recuerdan que la absoluta perfección etérea a la que aspiramos solo se encuentra en nuestra fantasía.
Estos límites de la realidad permiten la estructuración del psiquismo, porque los límites simbólicos evitan la paralización mental posibilitando el movimiento a partir de lo real. Es decir, impulsamos nuestro presente en lugar de quedarnos inmovilizados imaginando como debería ser la vida entre ensoñaciones. Esperando. Esperando a que todo se arregle, a que todo encaje en su sitio. Esperando a que lo que nos disgusta pase lo más rápido posible y llegue por fin esa expectativa idealizada. Y el tiempo se escapa.
Las cuestiones pasa por algo muy simple: cuando el sujeto reniega de sus faltas, cada vez se hacen más grandes y difíciles de afrontar. Se acumulan como deudas pendientes que luego llegan con intereses. La falta no va a dejar de estar, pero es función de cada sujeto construir puentes sobre los diferentes agujeros que surgen en la vida.
el límite que dice que el otro es otro y no uno, que cada uno se tiene que hacer cargo de sus faltas (y libertad) e intentar superarlas lo mejor posible y no que los hijos se tienen que quedar en posición de objeto fálico que los completa, enviando así el mensaje de que no pueden hacer su vida, seguir su deseo, afrontar sus propias faltas, sino las de los progenitores. Es como un juego heredado de quien se va a quedar encarcelado y que luego, de generación en generación, se va encarcelando al siguiente.
Por eso muchos huyen de estas relaciones, porque quien se siente encadenado necesita escapar. Sin embargo quien se ha sentido asegurado y libre también puede volver, puede realmente ayudar si el otro lo necesita porque sabe que no se trata de una boca devoradora, de un agujero negro que todo lo devora, sino que devuelve en forma de agradecimiento por aquello recibido y no demandado. A su vez también encontramos bajo esta temática las relaciones de co-dependencia en la cual uno le reasegura al otro la ausencia del límite que responsabiliza y libera. Algunos padres revelan sus intenciones a sus hijos y les hacen creer que tienen que devolverles porque les han dado una vida que no han solicitado, una comida que eran responsables de dar y una libertad que olvidan otorgar. Esos padres, en el momento que hacen ese reclamo, no se dan cuenta que no solo han encarcelado a sus hijos, sino que el amor brindado, ahora es una estafa, que lo que se dio no fue fruto del amor por el otro sino por sí mismo. No siempre los hijos lo viven como algo consciente, pero si perciben ese malestar que aparece en forma de síntomas que permitir sostener una mentira que deja a raya al dolor.
La castración en psicoanálisis es un proceso según el cual un ser humano indica, mediante el lenguaje gestual, mímico o verbal, a otro ser humano que el cumplimiento de su deseo está prohibido por la ley. Las tendencias instintivas así reprimidas por las prohibiciones establecidas implican una reestructuración dinámica, cuyos efectos son el reforzamiento del deseo cuyo fin ha sido prohibido y su realización mediante sublimación. La castración es generadora de una manera de ser nueva frente a un deseo imposible de satisfacer en la forma en que se satisfacía hasta entonces. El niño descubre que las prohibiciones son aseguradoras cuando su experiencia le muestra que si las transgrede tiene sufrimiento real. Esto le proporciona confianza en sus padres y en las verbalizaciones que limitan su libertad. Una castración anal sana, no está centrada en el pipi y la caca sino en la valorización de la motricidad manual y corporal. Permite al niño sustituir los placeres excremenciales por la alegría de manipular los objetos de su mundo. Implica deseo y placer de los descubrimientos motores voluntarios. Debe enseñar al niño la diferencia entre lo que es su posesión y lo que es la posesión del otro. El destete, la castración oral, la motricidad autónoma y la castración anal, generan la individuación que permite al esquema corporal del niño separase de su madre y, por sustitución, ligar su propio esquema corporal, en elaboración, con su imagen inconsciente del cuerpo. Este narcisismo preyoico emana de la experiencia del espejo: la imagen que él ve en el espejo cobra sentido de experiencia por la presencia al lado del niño, de una persona con la cual su imagen del cuerpo y su esquema corporal se reconocen.
El complejo de castración viene a ser ese trasfondo de angustia, duelo y frustración con la que el sujeto reacciona afectiva y emocionalmente al hecho fundamental de que hay LIMITE, de que hay principio y fin, de que como hay vida, hay muerte. Estos conceptos ontológicos se convierten en una ética del sujeto el cual los experimenta de forma simbólica al querer ser el falo de la madre y en un siguiente tiempo ser su deseo cercenado por la ley paterna. En la mujer la castración es entendida por ella desde un principio, la niña se sabe castrada y buscara un sustituto entonces del falo que no tiene. Respecto al Edipo, el Edipo es en si el escenario donde se ven envueltos el sujeto, la madre, el falo como significante de deseo y el cuarto elemento que rompe la simbiosis materna, la ley paterna.
Castrarse Para Pagar
En un momento de la vida el sujeto tiene que atravesar su castración. No puedo decir si eso se hace completamente o siempre quedan restos de esta operación. La castración es un pasaje simbólico donde el sujeto tiene que renunciar a su posición infantil frente a sus progenitores y asumir dicha pérdida para poder surgir y construirse hacia el exterior. Es decir, frustrarse en esa relación y repararlo haciendo otra, pero no con la misma persona. Sin embargo el tema no acaba aquí. La posición infantil tiene también sus características particulares. El niño pide, reclama, llora, se queja y se le da. Incluso es capaz de no comer o no hacerse un sándwich esperando a que sea la madre o padre quien haga dicho acto. El niño no paga consecuencias en general, más que recibir regaños; no paga el alquiler, la luz, el gas, ropa, alimentos, etc. Esto es una posición lógica y necesaria en el niño para que pueda desarrollarse y así luego independizarse. Pero esto no siempre sucede y muchas personas quedan atrapadas en la posición infantil.
Las cuestiones pasa por algo muy simple: cuando el sujeto reniega de sus faltas, cada vez se hacen más grandes y difíciles de afrontar. Se acumulan como deudas pendientes que luego llegan con intereses. La falta no va a dejar de estar, pero es función de cada sujeto construir puentes sobre los diferentes agujeros que surgen en la vida.
el límite que dice que el otro es otro y no uno, que cada uno se tiene que hacer cargo de sus faltas (y libertad) e intentar superarlas lo mejor posible y no que los hijos se tienen que quedar en posición de objeto fálico que los completa, enviando así el mensaje de que no pueden hacer su vida, seguir su deseo, afrontar sus propias faltas, sino las de los progenitores. Es como un juego heredado de quien se va a quedar encarcelado y que luego, de generación en generación, se va encarcelando al siguiente.
Por eso muchos huyen de estas relaciones, porque quien se siente encadenado necesita escapar. Sin embargo quien se ha sentido asegurado y libre también puede volver, puede realmente ayudar si el otro lo necesita porque sabe que no se trata de una boca devoradora, de un agujero negro que todo lo devora, sino que devuelve en forma de agradecimiento por aquello recibido y no demandado. A su vez también encontramos bajo esta temática las relaciones de co-dependencia en la cual uno le reasegura al otro la ausencia del límite que responsabiliza y libera. Algunos padres revelan sus intenciones a sus hijos y les hacen creer que tienen que devolverles porque les han dado una vida que no han solicitado, una comida que eran responsables de dar y una libertad que olvidan otorgar. Esos padres, en el momento que hacen ese reclamo, no se dan cuenta que no solo han encarcelado a sus hijos, sino que el amor brindado, ahora es una estafa, que lo que se dio no fue fruto del amor por el otro sino por sí mismo. No siempre los hijos lo viven como algo consciente, pero si perciben ese malestar que aparece en forma de síntomas que permitir sostener una mentira que deja a raya al dolor.
Castración simbolígena
La castración en psicoanálisis es un proceso según el cual un ser humano indica, mediante el lenguaje gestual, mímico o verbal, a otro ser humano que el cumplimiento de su deseo está prohibido por la ley. Una traducción adecuada a un lenguaje convencional es “límite”. Las tendencias instintivas así reprimidas por las prohibiciones establecidas implican una reestructuración dinámica, cuyos efectos son el reforzamiento del deseo cuyo fin ha sido prohibido y su realización mediante sublimación.
La castración es generadora de una manera de ser nueva frente a un deseo imposible de satisfacer en la forma en que se satisfacía hasta entonces.
Hay un momento preciso para cada castración. Ese momento es aquel en que las pulsiones han aportado cierto desarrollo del esquema corporal, y hacen que el niño sea capaz de obtener placer sin el contacto cuerpo a cuerpo, siendo el lenguaje el mediador de las castraciones superadas. Otra condición necesaria para asegurar la dimensión simbolígena del proceso de castración es que el adulto ha de ser una persona amada que siente amor casto por el niño.
Si el adulto está angustiado por sus propios deseos impide al niño sublimar. Una castración con éxito es aquella que se hace a tiempo por un adulto a quien el niño ama.
Castración umbilical
La angustia o la alegría en la castración umbilical (en el parto) marcan de manera simbolígena o no el psiquismo de un ser humano independientemente de su organicidad. El narcisismo pacificado o conflictivo de los padres sostendrá el desarrollo del niño.
Castración oral
Eldestete requiere la separación madre-pecho-objeto parcial que está ligada a la necesidad alimenticia, de madre-objeto total. El destete Introduce al niño en relaciones nuevas. Es el establecimiento de nuevos medios de comunicación y placeres diferentes.
La madre es capaz de comunicarse con su hijo de otra forma, a través del lenguaje. Si después de mamar y antes del sueño pone en la boca del niño cualquier objeto que sus manos puedan coger y lo nombra, cuando ella no esté él lo rememorará. Sólo después del destete empieza la asimilación de la lengua materna. Una madre que no habla a su hijo mientras le da de mamar o que se muestra indiferente por depresión generará un destete no favorable a la socialización, expresión verbal y motricidad.
En la castración simbolígena la madre que desteta y consuela, enseña a través del lenguaje a introducir al otro.
Castración anal
Sólo es posible hablar de castración anal si el niño es reconocido como sujeto. La castración anal es la prohibición de dañar su propio cuerpo. A través de sus excrementos el niño rechaza a la madre incorporada como objeto parcial oral. Toma y expulsa a una mamá imaginaria, mientras que la mamá real le ha dado el objeto alimentario parcial y le sustrae el objeto digestivo excremencial. La castración anal orienta al niño a dominar él mismo su motricidad, pero no solamente la excremencial.
Es simbolígena sólo cuando hay identificación motriz con el objeto total que representa cada uno de los padres y hermanos mayores. Si no hay simbolización no puede sublimar el placer anorectal, y vuelve a él por falta de desplazamiento de las pulsiones anales sobre estos objetos parciales situados más allá de su cuerpo. La madre sigue siendo imaginariamente interior en lugar de estar representada inconscientemente por los objetos exteriores que ella ha nombrado.
El niño descubre que las prohibiciones son aseguradoras cuando su experiencia le muestra que si las transgrede tiene sufrimiento real. Esto le proporciona confianza en sus padres y en las verbalizaciones que limitan su libertad.
Una castración anal sana, no está centrada en el pipi y la caca sino en la valorización de la motricidad manual y corporal. Permite al niño sustituir los placeres excremenciales por la alegría de manipular los objetos de su mundo. Implica deseo y placer de los descubrimientos motores voluntarios. Debe enseñar al niño la diferencia entre lo que es su posesión y lo que es la posesión del otro.
El destete, la castración oral, la motricidad autónoma y la castración anal, generan la individuación que permite al esquema corporal del niño separase de su madre y, por sustitución, ligar su propio esquema corporal, en elaboración, con su imagen inconsciente del cuerpo. Este narcisismo preyoico emana de la experiencia del espejo: la imagen que él ve en el espejo cobra sentido de experiencia por la presencia al lado del niño, de una persona con la cual su imagen del cuerpo y su esquema corporal se reconocen.
Castración primaria
La castración primaria es un puente entre la castración anal y la castración genital edípica.Es el descubrimiento de su sexo por el niño y de lo que ello significa para el futuro.
Castración genital edípica
Es el período que sucede al momento en que los niños descubren su pertenencia a un sexo. Desde ese momento la imagen de su cuerpo cambia para él, esa imagen ya no es inconsciente.
Por la palabra del padre y su ejemplo de respeto a las mujeres, el varón capta la diferencia entre su deseo uretroanal de adueñarse del cuerpo del otro y el hecho de dar la vida y la elección del amor asociada al deseo.
Si no se imparte la educación sobre el dominio del deseo prohibiendo el incesto, el varón puede seguir toda su vida con una elección narcisística del objeto elegido, destinado a sus placeres parciales genitales y mantenido bajo su dependencia por intimidación o violencia.
Bibliografía
Dolto, F. (1986). Imagen inconsciente del cuerpo humano. Buenos Aires: Paidós.
Es en si una condición anímica que como Dolto menciona, vamos encarando desde pequeños con las prohibiciones, ausencias y alejamientos de las cosas que nos causan placer a manera de -pequeñas castraciones- a lo largo de las etapas psicosexuales que anteriormente Freud postulo.
El complejo de castración viene a ser ese trasfondo de angustia, duelo y frustración con la que el sujeto reacciona afectiva y emocionalmente al hecho fundamental de que hay LIMITE, de que hay principio y fin, de que como hay vida, hay muerte. Estos conceptos ontológicos se convierten en una ética del sujeto el cual los experimenta de forma simbólica al querer ser el falo de la madre y en un siguiente tiempo ser su deseo cercenado por la ley paterna. En la mujer la castración es entendida por ella desde un principio, la niña se sabe castrada y buscara un sustituto entonces del falo que no tiene. Respecto al Edipo, el Edipo es en si el escenario donde se ven envueltos el sujeto, la madre, el falo como significante de deseo y el cuarto elemento que rompe la simbiosis materna, la ley paterna.