La mancha
Hay que aceptar la felicidad así, en su estado imperfecto. Sándor Márai
La mancha es una metáfora de las huellas de nuestra vida cotidiana. Representa las imperfecciones que todos tenemos: los defectos, errores, complejos, las taras. La mancha encarna nuestras inseguridades y limitaciones, nuestras grietas, fallos y faltas.
Dejamos manchas a diario en nuestros hogares y trabajos, en actividades y pasiones, en nuestras experiencias, en nuestras relaciones. Manchas y salpicaduras, de café, de comida, de pintura, de palabras, manchas en la ropa, en la cara. Huellas en los papeles, en los muebles, en los juegos, manchas en las conversaciones, en los gestos, en los recuerdos.
Manchas que limpiamos a cada rato para purificarnos y sentirnos mejor, pero que vuelven a salir una y otra vez, día tras día.
Manchas personales que nos ensucian la vida pero al mismo tiempo la única forma de sobrellevarlas es aceptarlas y resignificarlas.
Vídeo de manchas cotidianas:
Las manchas también son despistes que complican, horarios que no cuadran, planes que se desmontan, partes del cuerpo que rechazamos, actitudes que repetimos, proyectos inviables, personas que no son como nos gustaría, camisas que se arrugan, hijos que tienen problemas, objetos que se rompen, papeles que perdemos, recuerdos que olvidamos, padres que envejecen, tachones, lluvias que desbordan, dinero que no llega, cuerpo que no aguanta.
Imperfecciones y grietas de la vida, con las que hemos de aprender a convivir.
Es importante entender que aceptar las imperfecciones no es en absoluto limitante ni conformista, al contrario, resulta liberador y un alivio (re)conocer las propias manchas, porque es a partir de ahí cuando podemos hacer algo al respecto.
La mancha aparece en este espacio como concepto de algo imperfecto que surge de manera natural y auténtica, dotándola de una belleza única. Bella porque es propia.
Hay una grieta en todo, así es como entra la luz
Leonard Cohen
Estos límites de la realidad, lo que consideramos «fallos» o grietas de nuestro ideal absoluto de perfección, resultan beneficiosos porque nos permiten la estructuración del psiquismo, porque nos moviliza al pasar de la fantasía a la acción. Los límites simbólicos evitan la paralización mental posibilitando el movimiento a partir de lo real. Es decir, impulsamos nuestro presente en lugar de quedarnos inmovilizados imaginando como debería ser la vida entre ensoñaciones. Esperando. Esperando a que todo se arregle, a que todo encaje en su sitio. Esperando a que lo que nos disgusta pase lo más rápido posible y llegue por fin esa expectativa idealizada. Y el tiempo se escapa.
Cuando renegamos nuestras faltas, cada vez se hacen más grandes y difíciles de afrontar. Se acumulan como deudas pendientes, que llegan con intereses. La falta no va a dejar de estar, pero es función de cada sujeto construir puentes sobre los diferentes agujeros que surgen en la vida.
Ver y aceptar nuestros defectos también nos que dice que el otro es otro y no uno, que cada uno se tiene que hacer cargo de sus faltas (y libertad) e intentar superarlas lo mejor posible.
“La nostalgia es un sentimiento de pérdida y desplazamiento, pero también un idilio romántico con nuestra propia fantasía personal”. Svetlana Boym, profesora de literatura eslava
La verdad siempre nos llega casualmente, a través de algún acontecimiento externo. (Lo que queda del día) Ishiguro
Castración en psicoanálisis
El complejo de castración viene a ser ese trasfondo de angustia, duelo y frustración con la que el sujeto reacciona afectiva y emocionalmente al hecho fundamental de que hay LIMITE, de que hay principio y fin, de que como hay vida, hay muerte.
No puedo decir si eso se hace completamente o siempre quedan restos de esta operación. La castración es un pasaje simbólico donde el sujeto tiene que renunciar a su posición infantil frente a sus progenitores y asumir dicha pérdida para poder surgir y construirse hacia el exterior. Es decir, frustrarse en esa relación y repararlo haciendo otra, pero no con la misma persona. Sin embargo el tema no acaba aquí. La posición infantil tiene también sus características particulares. El niño pide, reclama, llora, se queja y se le da. Incluso es capaz de no comer o no hacerse un sándwich esperando a que sea la madre o padre quien haga dicho acto. El niño no paga consecuencias en general, más que recibir regaños; no paga el alquiler, la luz, el gas, ropa, alimentos, etc. Esto es una posición lógica y necesaria en el niño para que pueda desarrollarse y así luego independizarse. Pero esto no siempre sucede y muchas personas quedan atrapadas en la posición infantil.
Permite al niño sustituir los placeres excremenciales por la alegría de manipular los objetos de su mundo. Implica deseo y placer de los descubrimientos motores voluntarios. Debe enseñar al niño la diferencia entre lo que es su posesión y lo que es la posesión del otro. El destete, la castración oral, la motricidad autónoma y la castración anal, generan la individuación que permite al esquema corporal del niño separase de su madre y, por sustitución, ligar su propio esquema corporal, en elaboración, con su imagen inconsciente del cuerpo. Este narcisismo preyoico emana de la experiencia del espejo: la imagen que él ve en el espejo cobra sentido de experiencia por la presencia al lado del niño, de una persona con la cual su imagen del cuerpo y su esquema corporal se reconocen.
La castración en psicoanálisis es un proceso según el cual un ser humano indica, mediante el lenguaje gestual, mímico o verbal, a otro ser humano que el cumplimiento de su deseo está prohibido por la ley. Una traducción adecuada a un lenguaje convencional es “límite”. Las tendencias instintivas así reprimidas por las prohibiciones establecidas implican una reestructuración dinámica, cuyos efectos son el reforzamiento del deseo cuyo fin ha sido prohibido y su realización mediante sublimación.
La castración es generadora de una manera de ser nueva frente a un deseo imposible de satisfacer en la forma en que se satisfacía hasta entonces.
Hay un momento preciso para cada castración. Ese momento es aquel en que las pulsiones han aportado cierto desarrollo del esquema corporal, y hacen que el niño sea capaz de obtener placer sin el contacto cuerpo a cuerpo, siendo el lenguaje el mediador de las castraciones superadas. Otra condición necesaria para asegurar la dimensión simbolígena del proceso de castración es que el adulto ha de ser una persona amada que siente amor casto por el niño.
Si el adulto está angustiado por sus propios deseos impide al niño sublimar. Una castración con éxito es aquella que se hace a tiempo por un adulto a quien el niño ama.
Eldestete requiere la separación madre-pecho-objeto parcial que está ligada a la necesidad alimenticia, de madre-objeto total. El destete Introduce al niño en relaciones nuevas. Es el establecimiento de nuevos medios de comunicación y placeres diferentes.
La madre es capaz de comunicarse con su hijo de otra forma, a través del lenguaje. Si después de mamar y antes del sueño pone en la boca del niño cualquier objeto que sus manos puedan coger y lo nombra, cuando ella no esté él lo rememorará. Sólo después del destete empieza la asimilación de la lengua materna. Una madre que no habla a su hijo mientras le da de mamar o que se muestra indiferente por depresión generará un destete no favorable a la socialización, expresión verbal y motricidad.
En la castración simbolígena la madre que desteta y consuela, enseña a través del lenguaje a introducir al otro.
El otro
«La regla fundamental tanto de la meditación como del psicoanálisis: consentirse pensar lo que se piensa, ser atravesado por lo que te atraviesa.
No decirse: está bien, o está mal, sino: está, y debo establecerme en lo que hay».
Emmanuel Carrère, escritor, guionista y realizador francés“Somos seres humanos fragmentados que nos vamos consolidando, pero siempre existen grietas. Que logremos convivir con esas grietas es la clave para llegar a ser unos seres, digámoslo así, razonablemente sanos”. Siri
«El momento preciso en el que estaba era siempre el único lugar seguro para mí. Cada momento tomado en soledad era siempre soportable. En el aquí y el ahora exactos todos estamos siempre bien. Ayer puede que el matrimonio se rompiera. Mañana puede que el gato se muera. La llamada del amante, por mucho que la espere, puede que no llegue nunca, pero justo en este momento, justo ahora, no pasa nada. Estoy respirando, inhalando y exhalando. Cuando me di cuenta de esto empecé a entender que no hay momento que no tenga su propia belleza.«
El camino del artista» (1992) Julia Cameron