Tu sociedad. Tu mundo

Vives en comunidad. Te relacionas. Funcionas como integrante de una sociedad. Influyes en ella y ella te influye a ti. Estás en conexión e intercambio con tu entorno.

Entonces… ¿Por qué generalmente actuamos como si fueran cosas separadas? ¿Cómo si la sociedad o el mundo no fueran conmigo?

Estar en armonía contigo y con tu entorno es una de las mayores sensaciones que puedes experimentar. Sentirte coherente. Que lo que hagas se acerque a lo que pienses.

Cada cual elige sus motivaciones y sus valores, pero siendo activista te adueñas de tu realidad.

¿Qué es ser activista?

Ser activista es pasar a la acción en la vida pública y en tu sociedad, porque es tuya. Puedes serlo en el campo social, político, ecológico, religioso o en otros. En definitiva, es ampliar tu radio de acción más allá de tu burbuja y de tus seres queridos. Es pensar en global. Es entender que formas parte de un todo.

¿Y qué podemos hacer?

Tenemos una sociedad infantilizada. Partiendo de que no somos sujetos maduros y de que tenemos puntos ciegos, hemos de constituir una sociedad que funcione como un tercero que nos proteja incluso de nuestras propias reacciones defensivas y nuestros mecanismos inconscientes. Una sociedad que nos eduque ante la falta de compromiso social y que nos implique en la propia sociedad. Una rueda recíproca.

Responsabilizarnos como seres sociales que vivimos en comunidad. Apropiarnos de la sociedad. No darla por hecho. Madurar, metabolizar, hacerla nuestra y reconvertirla.

Esto no es un mero grito por un activismo en masa en pro de una causa, es un llamamiento a tener conciencia de tu entorno, de tu día a día y de comprender la influencia y repercusión mutua que tienes con lo que te rodea. Nada más. Detenerte y ser consciente.

 

*extracto del artículo de la Revista Coencuentros